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Foto del escritorMartin Luther King León

Autoestima en la adolescencia

La autoestima es la idea que tenemos a cerca de nuestra propia valía como personas. Sentirse esencialmente cómodo dentro de uno mismo, aceptarse tal y como uno es y quererse sin condiciones es esencial para la supervivencia psicológica y para la salud mental del individuo. La autoestima se va desarrollando a lo largo de toda nuestra vida a través de las experiencias por las que pasamos y, por lo tanto, es posible favorecer las condiciones para que pueda formarse de manera adecuada en nuestros niños (a) y adolescentes.





Además de los juicios de los demás, sobre nuestra autoestima influye la forma en que en nuestro diálogo interno interpretamos esas experiencias positivas y negativas que vivimos. La baja autoestima está relacionada con una forma inadecuada de pensar acerca de nosotros mismos. Existen formas distorsionadas de pensar. Son pensamientos de autodevaluación que deterioran nuestra autoestima.





Algunos ejemplos de estas distorsiones de pensamiento son los siguientes:


Sobregeneralización: A partir de un hecho aislado se crea una regla universal, general, para cualquier situación y momento. Un pequeño error puede ser interpretado como "todo me sale mal". Un gesto de desaprobación de otra persona puede ser interpretado como "todo el mundo me rechaza"


Valoración global: Se utilizan términos despectivos para describirse a uno mismo como persona global. No tener habilidad para un determinado tipo de tareas puede ser interpretado como "soy muy torpe" o "soy un fracasado" en lugar de decir "no se me da bien …"


Filtrado negativo: Nos fijamos sólo en lo negativo de una situación y no nos damos cuenta de lo que puede tener de positivo.


Autoacusación: Uno se encuentra culpable de todo. Tengo yo la culpa, ¡Tendría que haberme dado cuenta!


Lectura del pensamiento: supones que no le interesas a los demás, que no les gustas, crees que piensan mal de ti... sin evidencia real de ello. Son suposiciones que se fundamentan en cosas no comprobadas.





Antes todas estas distorsiones de pensamiento debemos de hacer fuertes a nuestros (as) hijos (as) desde casa fomentando situaciones en los que ellos (as) logren verse capaces de lograr metas y, sobre todo, ayudarlos a sentirse siempre amados con palabras positivas, calidad de tiempo, atención, etc.


También se les debe enseñar que pueden hacer las cosas por si mismos y generar autonomía de su entorno para que, con ello adquieran seguridad. De igual manera, cuando no cumpla la meta hay que apoyar con ellos en estrategias para el buen manejo de la frustración.





Otra cosa que debe de ocurrir es que los integrantes de la familia logren también reconocer sus errores ya que así, los adolescentes sabrán que están en un espacio seguro y que de igual manera el cariño hacia ellos no está en juego por algún error que tuvieron porque todos nos equivocamos algunas veces.


No podemos olvidar que en casa tenemos que generar un ambiente de sanidad mental y emocional para poder entregar al mundo chicos sanos e integrales.




Lucy Ramírez Jiménez

Psicóloga

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